Desde que descubrimos a Travis Birds con “Coyotes” -aquella magnífica canción que fue cabecera de la serie de Movistar+ llamada ‘El embarcadero’, caímos en el embrujo de su inconfundible voz y en su capacidad para transmitir emociones profundas a través de su música. Hoy en día con una carrera más que consolidada y con muchos conciertos a las espaldas, podemos confirmar que ese embrujo sigue latente.
Con su nuevo disco, Perro deseo, explora un universo sonoro inédito en su carrera con el que consigue alcanzar una nueva dimensión que se ve reflejada en sus creaciones musicales, pero también en su personaje, caracterizado hasta ahora por una imagen mucho más oscura, íntima y con ciertos matices un tanto extravagantes que nos evocaban una locura y un universo único. Esa nueva luminosidad ha sido abrazada por su público de una manera muy positiva, colgando el cartel de “no hay entradas” en la mayoría de los recintos que está visitando, consolidándose así como una de los mayores exponentes de la música contemporánea de nuestro país.